Ponerse a escribir
Un científico que se dedica a la
investigación tarde o temprano se enfrenta al momento de ponerse a escribir. Parece mentira, pero la mayoría no ha seguido
una formación de redacción científica. Me parece muy interesante la primera
lectura del libro de Robert A. Day, 35 capítulos en los que habla de cómo
escribir y publicar trabajos científicos. Una de las cosas que más me ha
llamado la atención es que la comunicación científica en formato de revista
apareció solamente hace 300 años mientras la organización actual (IMRYD:
Introducción, Métodos, Resultados y Discusión) se creó hace 100 años. Pero no
siempre se comunica de forma escrita. En la lectura ¿Cómo se divulgan los resultados de la investigación científica?
Decir que, a pesar del acceso masivo a la información que tenemos gracias a
internet, la divulgación oral en congresos, seminarios o mesas redondas sigue
siendo una parte muy importante. Una buena presentación de tu trabajo puede que
motive e impresione positivamente al público de una manera que no conseguiría
el mismo trabajo por escrito.
La forma de comunicar la
actividad científica es más amplia de la que parece. No se comunica igual a un
grupo de científicos (revistas científicas) que a un público general (revistas
de divulgación), que a un colegio de primaria (experimentos visuales). Esto nos
da la opción de acercar la ciencia a toda la sociedad.
IMRYD
Las primeras revistas científicas
aparecieron en 1665 en Francia y en Reino Unido. Desde entonces las revistas
han servido como principal vía de comunicación científica habiendo unas 70000 a
finales del siglo XX. En sus inicios, los artículos de las revistas eran
meramente descriptivos. Durante la segunda mitad del siglo XIX, la ciencia
empezó a ser más compleja, sobre todo debido al trabajo de Louis Pasteur que
confirmó de que las enfermedades se producen por microorganismos. Aquí comenzó
a tener una gran importancia la reproducibilidad de los experimentos y comenzó
a surgir el formato de estructura IMRYD. En el siglo XX sucedieron muchos
experimentos sobre enfermedades infecciosas y antibióticos. Estos estudios dieron lugar a tratamientos de
enfermedades como la tuberculosis, la septicemia o la polio por lo que cada vez
se invertía más dinero en ciencia y, por lo tanto, cada vez había más
artículos. Debido a ello, las revistas comenzaron a pedir más condiciones en
los escritos y, a partir de la segunda mitad del siglo XX, el que mejor se
adaptaba a ellos era el IMRYD. Hoy en día es uno de los requisitos a la hora de
enviar un artículo científico. Esta estructura, también ha sido adoptada en una
amplia gama de disciplinas diferentes. Se trata de una estructura ordenada que
facilita la información más relevante del escrito.
Buen resumen. Es interesante ver el desarrollo histórico del sistema de publicaciones. Ayuda a contextualizarlo
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